martes, 18 de enero de 2011

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Esa noche mientras ella dormía, mandé a que trajeran la ropa que le quedaba en el orfanato a la habitación. Una vez estaba esa ropa en la habitación volví a dormirme.
Casi siempre me costaba mucho dormirme, pero a la mañana siguiente no había quien me despertase, así que me levanté sobre las nueve de la mañana, generalmente me levantaba mucho más temprano, pero esa noche había dormido a pierna suelta.
Miré a un lado y Denise no estaba, ¿se había ido? No podía ser, me habría avisado, o eso creo, de todos modos decidí buscarla por la casa.
La busqué por todos lados, la cocina, las habitaciones, los baños, hasta fuera de la casa, en el rancho, pero no la encontré y empecé a desesperarme un poco.
Seguí buscando y me la encontré merodeando por uno de los pasillos centrales de la casa.
Me acerqué por detrás, le toqué en un hombro y ella se giró con cara de sorpresa.

-¿Qué haces por aquí? –pregunté sonriendo al verla tan perdida.

-Pues...buscaba el baño, pero creo que tu casa es como un laberinto, nunca encuentro las salas a las que quiero ir, no sé como tú las encuentras –contestó ella apretando contra si la ropa que llevaba.

-Está justo ahí –señalé la puerta que estaba enfrente de nosotros.

-Pero si he pasado por ahí un montón de veces, no puede ser...tu casa está encantada –comentó mientras miraba la puerta atónita.

-Se construyó sobre una casa encantada –dije intentando asustarla.

-¡Qué mentiroso eres! –exclamó mientras se metía en el baño bruscamente.

-¡Yo que tú tendría cuidado, puede haber una niña en la bañera! –seguía intentando asustarla, pero no podía detener la risa.

-¡Eres un mentiroso! –exclamó de nuevo pero esta vez se reía a carcajada limpia.

No pude evitar reír yo también.
Suspiré y de repente comencé a oír unos ligeros pasos acercándose a mí.
Me giré y pude observar al pequeño, pero extremadamente travieso, Macaulay Culkin, en su rostro brillaba una sonrisa traviesa y llevaba los brazos escondidos tras su espalda.
Le miré de reojo y ensancho aún más su sonrisa.

-Hola, Mike –saludó él enérgicamente, pero sin quitar sus brazos de detrás de la espalda.

-¡Hola, Mac! –saludé -¿qué llevas ahí? –le pregunté señalando su espalda.

-¿Yo? Nada –contestó sonriendo sospechosamente –bueno me voy que mi madre me está esperando, adiós –dijo él despidiéndose, pero sin dejarme ver lo que escondía.

Salió corriendo y yo me quedé mirándole confusamente, ¿qué tramaba? Bueno eso no me importaba del todo, la verdad, tenía la cabeza en otras cosas. Cuando dejé de mirarme de el espejo, miré el reloj de muñeca que llevaba puesto, ya eran las once del día, había estado una hora allí metida.
Decidí irme al estudio y comprobar algunos problemas que había tenido con los aparatos de sonido.
En los últimos días, antes de la llegada de esa chica de grandes ojos azules, todo me salía mal, y odiaba eso, pero cuando ella llegó, todo se tornó a una atmósfera cálida y familiar, ella hacía que esta casa tan vacía pareciese más un hogar que nunca.
No sé lo que tenía ella, ni lo que me pasaba a mí, ni lo que estaba sucediendo, pero no quería alejarme de todas esas sensaciones, ¿estaba siendo egoísta? Tampoco lo sabía, pero no me importaba.
Todo provenía de Denise y de su magnetismo, ella era la causa por la que el mundo giraba y el Sol nacía cada mañana.
¿Pero qué estoy pensando?, pensé para mí mismo, y era verdad, ¿qué me pasaba? Había tantas y tantas preguntas sin respuesta, necesitaba distraerme, pero en mi mente sólo había sitio para ella.

Al rato de haber despejado mi mente, sonó el teléfono, un sonido que me aturdió.

-Buenos días, Michael –saludó una voz femenina desde la otra línea, pero yo sabía quién era.

-Buenos días, Lisa –saludé con desgana, no me apetecía hablar con ella la verdad.

-¿Qué tal va esa chica? –preguntó con mala gana.

-Muy bien, es una chica genial –respondí sin poder evitar esbozar una sonrisa.

-Me alegro –escudriñó ella –yo estoy muy bien –refunfuñó.

-Y yo –contesté –oye Lisa, tengo cosas que hacer –intenté despedirme, no tenía ganas de hablar con ella.

-Tengo novio –comentó intentando llamar mi atención.

-Le acompaño en el sentimiento…-susurré –eh, digo, ¡qué bien! Me alegro por ti, venga, adiós –me despedí colgando el teléfono de inmediato.

Lo admito, hubo un tiempo en el que estaba perdidamente enamorado de ella, pero me demostró que no era la persona que yo pensaba.
Ella me hizo creer que era la chica de mis sueños, pero no era así.
Bueno no quiero pensar más en eso.
Salí del oscuro estudio y empecé a buscar a Denise, esta vez tuve más suerte, estaba en el salón leyendo un libro.

-Hola –le saludé.

-Hola.

-¿Te gusta Peter Pan? –pregunté un poco sorprendido.

-Sí, es mi cuento favorito –respondió con una bonita sonrisa.

-El mío también, de hecho, éste rancho se llama Neverland –dije con orgullo.

-Qué bonito –dijo sin apartar su vista del libro.

-Sí, me encanta Peter Pan, yo soy como él, no quiero crecer, quiero ser un niño para siempre –expliqué llevando mis ojos a su hermoso pelo rojo como el fuego.

-Yo también, es maravilloso –respondió cerrando el libro, y girándose para quedar enfrente mía.

-Sí, ¿sabes? Tú serás mi primera mejor amiga –sugerí mirándola detenidamente.

-Tú también serás mi primer mejor amigo –dijo ella, algo que me alegró mucho.

La deshice del libro y lo puse sobre el suelo, la abracé, la verdad es que ella tenía un olor natural que me fascinaba, todo en ella era tan dulce, que podía volverme loco.
Se me ocurrió una idea.
Le dije que tenía una sorpresa, la cogí de la mano y la llevé hasta la parte trasera de mi rancho.

1 comentario:

  1. Awwwwwwwwwwwwwwwwww¡¡¡

    No esta fantastica¡¡ realmente em encanta como escribes Denis y si¡¡ por fin dejas a esa Liza Mike jiji que beuno que yego Denis a abrirte los ojos *-* aaaa como habla mi mike me enamoro ...


    Esta genial besos

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